Joana.
El salón de nuestra casa es, en estos
momentos, un océano lleno de peces. Las sabanas, telas, manteles y cojines, así
como la mesa y los sillones, no son más que el escenario de este inmenso fondo
marino. Jorge, Julio y Guillermo de 1, 4 y 6 años, son por supuesto los peces.
Marcos y yo los perseguimos mientras ellos con sus risas y volteretas huyen de
nosotros. Acabo hecha polvo. Cuando al
fin se duermen los tres y la casa queda en un relativo silencio noto como mi
cuerpo se rebela y me dice que me quede empotrado y sin moverme en el sillón.
Marcos y yo trabajamos desde casa con esto de
la pandemia. El teletrabajo es la única manera de poder seguir. A mi primo
Josemi que vive solo en una casa bastante grande, le viene de perlas. A mí no
me importa, no me quejo, solo que organizarnos nos cuesta un poco más con las
tres preciosidades que nos despiertan cada mañana con tanta energía y ganas de
jugar.
Jamás hubiera pensado tener tanta imaginación
para poder pasar todos estos dias sin salir de casa con ellos. Me ayudan los
enlaces de cuentos, manualidades, juegos, canciones y un sinfín de cosas más
que intercambiamos por WhatsApp con amigos, pero es agotador y nos tenemos que
turnar para trabajar.
Desde mi ventana se ve el cauce del rio lleno
de árboles. Los caminos que recorremos cuando salimos a pasear, los jardines, las
telas de araña en las que se sube Guillermo, los toboganes y columpios… pero
ahora son un lugar inaccesible, tabú, inalcanzable. Hace apenas unas semanas
mis hijos jugaban allí. Está todo ahí al otro lado del cristal y sin embargo
tan lejos. Me pregunto cómo es posible que de un dia para otro la vida pueda
cambiar de forma tan radical. Estoy descubriendo que se puede vivir de otra
manera menos agresiva, más amable. Aunque está claro que también necesito tener
un poco de espacio para mí.
Cuando todo esto pase ¿podremos compaginar
mejor la familia y el trabajo? ¿o volveremos a dejar de lado lo importante?
¿sabremos priorizar?
La vida es imprevisible y pasa tan
rápidamente. Así que voy a vivir el aquí y ahora con toda la intensidad que
pueda. Voy a disfrutar de la infancia de mis hijos, a perseguir mis sueños y
amar como si no hubiera un mañana.
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