diumenge, 30 d’agost del 2020

21 Desde mi ventana: Feli


 

Feli.

Esta mañana, el policía me ha parado en el cruce. Me ha recordado que está prohibido circular, solo hay algunas excepciones, como las ambulancias o los reponedores de alimentos.

Al preguntarme a dónde iba, he estado a punto de quitarme la peluca, enseñarle mi cabeza pelona y preguntarle a su vez: ¿usted qué cree? Pero en lugar de eso le he mostrado la cartilla con las citas de radioterapia.

Este mes de abril de 2020 pasará a la historia. Yo desde luego lo recordaré mucho tiempo como algo excepcional en mi vida y en la de muchísima gente. Acabé la quimio unos dias antes del confinamiento y ahora he de ir a tratamiento de radiología todos los dias, no lo puedo interrumpir ahora, incluso con la pandemia. Voy con todas las precauciones recomendadas y un poco de miedo, por aquello de las defensas en mi circunstancia personal.

Vivo a 30 km del hospital. Las carreteras están vacías por completo y en los campos no se ve ni un alma. Cerca ya de la ciudad me cruzo con bastantes ambulancias y muchos coches fúnebres. No llevan flores ni cortejo de acompañantes, solo el féretro de alguien. Me viene a la mente la frase de una poesía de Gustavo Adolfo Becker “¡Dios mío, que solos se quedan los muertos!”.

A pesar de todo, intento ver el vaso medio lleno, incluso diría tres cuartos lleno. Soy muy positiva. Mis hijos y mi familia dicen que soy valiente. La verdad es que he tenido unos espejos muy buenos en donde mirar, mi madre y mi abuela han sido personas fuertes que han marcado mi vida. Una saga de mujeres que salieron adelante en épocas difíciles y nos mostraron el camino a las demás.

Desde mi ventana, en casa, veo los campos y el camino lleno de lirios azules a punto de florecer, el árbol con la caseta de madera en la que juegan mis hijos, el campanario del pueblo y mi gato tumbado al sol.

La quimio ya acabó, las sesiones de radioterapia también acabaran, el pelo volverá a crecer, la quemadura de la piel cicatrizará. Volveremos a reunirnos y sentarnos bajo la acacia toda la familia, y la vida volverá. Diferente, pero valdrá la pena.

La vida es un regalo.


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