Yolanda.
No salgo para nada de la casa.
Intento quedarme en la habitación el máximo
tiempo posible.
Solo voy a la cocina a preparar el desayuno,
la comida o la cena y estoy el tiempo justo. Limpio cuando creo que voy a
molestar lo mínimo. Todo debe estar a su gusto y a punto. Evito cualquier
motivo que le pueda servir de excusa.
Se pasa el dia viendo la tele tumbado en el
sofá.
A veces me da algo de dinero para que compre
comida y sobre todo cerveza, eso que no falte. Es el único momento en el que
salgo a la calle, pero apenas se ve gente. Hago las compras rápidamente. No
hablo con nadie.
En el pueblo se tiene miedo al virus. Yo le
tengo mucho más miedo a él. Mi familia y amigos no saben nada de lo que me
pasa. Es tan simpático y agradable con los demás que no imaginan el monstruo
que lleva dentro.
Yo sí.
Llevamos confinados desde marzo y todavía no
se sabe cuándo acabará. Cada dia está más furioso, agresivo y hostil. Evito
estar cerca, sé que va a descargar su ira conmigo. No puedo ir a ninguna parte.
Estoy atrapada.
Desde mi ventana veo, sobre el poste de la
luz, el nido de las cigüeñas vacío. Las que lo suelen usar deben estar todavía
en África, pero no tardaran en llegar.
A mí me gustaría ser un ave, desplegar mis
alas y volar lejos, muy lejos.
Donde él nunca me encuentre.
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