diumenge, 30 d’agost del 2020

27 Desde mi ventana: Paqui



Paqui.

Carolina acaba de nacer. La estábamos esperando todos con muchísima ilusión.

Parece mentira que me haya convertido en abuela. Todavía me cuesta creerlo.

La primera nieta.

Desde que Susana nos dijo que iba a ser madre y nosotros abuelos, hemos estado como en una nube. El resultado de las ecografías y revisiones ginecológicas, el seguimiento del embarazo con las preocupaciones y las alegrías lógicas, han sido un tema importante durante estos meses.

Estaba mentalizada para esperar, pero ahora que ya ha nacido y no sé cuándo podré tenerla en mis brazos el tiempo se me hace largo.

Todavía no sabemos cuándo acabará esto. Estamos en abril y la alarma de confinamiento parece que se alargará un poco más.

Puede que sea egoísta. Seguro que habrá gente con problemas mucho mayores que conocer a su primera nieta. ¡Pero es que estoy deseando tanto verla a ella y abrazar a mi hija!

No dejo de pensar en las dificultades de muchas familias, pero soy positiva y estoy segura de que todo se arreglará.

Las videoconferencias me ayudan un poco a ser más paciente. Puedo ver su carita de ángel y la felicidad de mi hija y su pareja. Esperaré.

Desde mi ventana se ve la pequeña cala rodeada de pinos y el acantilado en el que anidan las gaviotas. Solemos ir a pasear en invierno y a bañarnos en verano. En cuanto podamos nos bañaremos aquí con ella.

 Dos barcas de pescadores están varadas en la playa. No pueden salir a faenar por ahora.

Los hospitales siguen estando saturados y el peligro de contagio continua, pero pasará. Todo esto pasará. Y volveremos a abrazarnos y estar juntos.

La vida es así unos llegan y otros se van, pero hemos de continuar hacia adelante, siempre adelante.

¡Bienvenida Carolina!

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