Paqui.
Carolina acaba de nacer. La estábamos
esperando todos con muchísima ilusión.
Parece mentira que me haya convertido en
abuela. Todavía me cuesta creerlo.
La primera nieta.
Desde que Susana nos dijo que iba a ser madre
y nosotros abuelos, hemos estado como en una nube. El resultado de las
ecografías y revisiones ginecológicas, el seguimiento del embarazo con las
preocupaciones y las alegrías lógicas, han sido un tema importante durante
estos meses.
Estaba mentalizada para esperar, pero ahora
que ya ha nacido y no sé cuándo podré tenerla en mis brazos el tiempo se me
hace largo.
Todavía no sabemos cuándo acabará esto.
Estamos en abril y la alarma de confinamiento parece que se alargará un poco
más.
Puede que sea egoísta. Seguro que habrá gente
con problemas mucho mayores que conocer a su primera nieta. ¡Pero es que estoy
deseando tanto verla a ella y abrazar a mi hija!
No dejo de pensar en las dificultades de
muchas familias, pero soy positiva y estoy segura de que todo se arreglará.
Las videoconferencias me ayudan un poco a ser
más paciente. Puedo ver su carita de ángel y la felicidad de mi hija y su
pareja. Esperaré.
Desde mi ventana se ve la pequeña cala rodeada
de pinos y el acantilado en el que anidan las gaviotas. Solemos ir a pasear en
invierno y a bañarnos en verano. En cuanto podamos nos bañaremos aquí con ella.
Dos
barcas de pescadores están varadas en la playa. No pueden salir a faenar por
ahora.
Los hospitales siguen estando saturados y el
peligro de contagio continua, pero pasará. Todo esto pasará. Y volveremos a
abrazarnos y estar juntos.
La vida es así unos llegan y otros se van,
pero hemos de continuar hacia adelante, siempre adelante.
¡Bienvenida Carolina!
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