diumenge, 30 d’agost del 2020

20 Desde mi ventana: Susana

 


Susana.

Todo estaba preparado para el 14 de marzo, sábado. Iba a ser un dia muy especial de mi vida, el más feliz.

Hace ahora más de un mes y todavía me parece irreal. Sé que me quedé en shock y me costaba pensar con claridad.

No nos pudimos casar.

La anulación fue fulminante. Todo el mundo la aceptó con naturalidad y comprensión. A mí me ha costado más. Fue una gran desilusión. Primero lloré. Lloré mucho. Había sido tan complicado organizarlo todo.

La alerta sanitaria y el confinamiento que empezó el dia 13 de marzo, es total en todo el país. Aún seguimos confinados y no sabemos por cuanto tiempo.  El planeta entero está en las mismas condiciones.

Se han anulado todos los eventos y viajes. No circulan coches ni personas por las calles. Se cierran centros comerciales, cines, terrazas, teatros… Toda la vida social y familiar compartida desaparece.  Y los hospitales están llenos a rebosar de gente enferma y personal sanitario desbordado.

Mi boda quedó pendiente, como tantas otras cosas en las vidas de mucha gente.

Ahora, más tranquila, pienso que tengo otra oportunidad. Que se puede volver a empezar y a ilusionarnos de nuevo. Celebraremos la boda en otra fecha, estamos negociando con la sala de banquetes, con la agencia de viajes, con la floristería, con la familia y amigos. Todos queremos seguir adelante, aunque tengamos que cambiar muchas cosas. No será como la habíamos proyectado, seguro que muy distinta, pero lo importante es el amor que sentimos, el deseo de compartirlo con nuestros seres queridos y salir adelante.

Desde mi ventana veo las calles vacías, oigo el silencio, sueño la música, huelo el viento húmedo, toco el cristal frio y dibujo dos corazones enlazados.


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