diumenge, 30 d’agost del 2020

33 Desde mi ventana: Alicia


 

Alicia.

Mi madre es una heroína.

Ella dice que yo también lo soy. Que formo parte de su equipo por haberla apoyado durante todo este tiempo.

Me explica que todo el personal del hospital, incluida ella, puede trabajar mucho mejor sabiendo que sus hijos los comprenden y ayudan.

Cuando llega a casa agotada, sin ganas de hablar y a veces muy triste, no le hago preguntas. La dejo tranquila y espero que se ponga la ropa cómoda y se siente en el sofá. Entonces me acerco y sin decir nada le acaricio la cabeza con mis manos, ella cierra los ojos y deja que mis dedos se muevan entre su pelo suavemente. Le encanta. A mí me gusta su sonrisa cuando me mira.

Me duele mucho su ausencia y me gustaría que estuviera más tiempo conmigo, pero sé que ahora hay una urgencia médica grave y ella tiene que salvar vidas y trabajar para controlar al virus.

He tenido que quedarme sola en casa muchas veces. Siempre le digo que no se preocupe. Sé que no puedo salir a la calle. Me gusta leer, dibujar y ver la tele. Hago los deberes y después de cenar sabe que me voy a la cama.

Unos vecinos le dejaron una nota en la que se ofrecían para traerle la compra a casa y lo han hecho algunas veces. Son gente estupenda.

Desde mi ventana se ven muchos arco iris dibujados en tela colgando de los balcones, también globos de colores y corazones. La parada del tranvía está vacía, hay pocas personas en la puerta del supermercado, y un señor pasea a su perro.    

Me gustaría mucho poder ver a mis amigas y a mi abuelo. Hace casi dos meses que estamos sin poder salir y he de confesar que este confinamiento a veces se hace largo y aburrido.

Los aplausos y el cariño ayudan a seguir adelante.

Yo solo quiero recuperar a mi madre.

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