dilluns, 29 de juny del 2020

10 Desde mi ventana: David




David.


Empiezo los ejercicios como cada mañana. 
No debo perder la musculatura que tanto me ha costado conseguir. El entrenamiento es esencial para mí. Lo necesito como respirar, comer o dormir. Es mi trabajo. Mi vida.

Iba a participar en los juegos olímpicos de 2020 en Tokio, pero me han dicho ya que se suspenden. 

Soy joven, espero que no me afecte demasiado, aun así, esto está siendo difícil de asimilar. Casi cuatro años de trabajo duro que se quedan en el aire. Debo entrenar a conciencia sin perder ritmo. Los músculos han de estar listos, fuertes, en forma para el 2021 puede que entre el 23 de julio y el 8 de agosto si no cambian las cosas.

Tengo algunos aparatos para el entrenamiento, la cinta y la máquina de remo que me regaló Silvana hace justo un mes. No puedo salir de casa y correr como antes, pero creo que con esto conseguiré no perder musculatura ni elasticidad. Tengo que mantener las piernas fuertes, rápidas y resistentes, tobillos sanos y estables, hombros y brazos en forma. 

 La Maratón es una de las pruebas reina en los juegos olímpicos y es mi especialidad.

Se que me falta bastante para llegar al tiempo que consiguió el keniata Eliud Kipchoge el 2018 en Berlín, 2:01:39. Nadie en el mundo lo ha superado. No llego al récord de Julio Rey en el 2006 en Hamburgo, 2:06:52, pero me defiendo bastante bien y no pierdo la ilusión. Conseguir batir mi propia marca, quedar entre los mejores, participar con los grandes del mundo, compartir el ambiente deportivo y viajar a Tokio son sueños al alcance de la mano que ahora se han visto aplazados. Pero no me quiero desanimar.

¿Qué le ha pasado al planeta entero? ¿Cómo ha podido ocurrir una cosa así? Un virus asesino nos ha paralizado por completo. Increíble.

Desde mi ventana, mientras corro sobre la cinta controlando la frecuencia cardiaca, veo a los coches policiales que patrullan la zona, una persona que saca a su perro, un vecino con las bolsas de la compra y poco más. Las calles vacías sin tráfico de coches ni circulación de personas.

Estamos todavía a mitad de abril y parece que esto no acaba. Tengo ganas de gritar, de salir a correr de verdad, no en esta cinta, y de que toda esta pesadilla acabe. Pero también pienso en mi amigo y compañero Jordi. 

Me acaban de decir que está en el hospital. 

No sé nada más.


 


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